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domingo, 29 de noviembre de 2020

Chile Constituyente: La revolución está en marcha pero en formato digital

Pinochet ha muerto. Guzmán ha muerto. Ahora vamos por Lagos

Asi es. Tras la paliza del plebiscito, se acabó la Constitución de Pinochet-Lagos y cayó conceptualmente el sacrosanto "Modelo Chileno (c) 1990". No entraré en detalles de la aplastante victoria de la opción Apruebo, la definitiva derrota de la política tradicional con la opción Convención Constituyente, ni mucho menos de las pobres y risibles campañas de la Franja Electoral.

Muchos analistas (los de verdad, no los de pago)  coinciden que estamos en un momento histórico importante, que ha remecido la sociedad y que valida los ciclos de crisis cada 40-50 años que marcan la historia chilena. Coinciden en que estamos en un momento de extrema intensidad política, de mucha fragilidad institucional; no se habla de "revuelta" o "movimiento" si no derechamente de revolución.

Pero no hablamos de hordas organizadas entrando a Versalles o asaltando el Palacio de Invierno, no. Estamos en una revolución que sigue la lógica del mundo digital, que se articula de forma horizontal, sin líderes claros, en el cual la "masa" se organiza por redes de todo tipo en base a objetivos comunes. Y por el otro lado, una clase política que no sale de los esquemas maníqueos del siglo XX, que insisten en el eje izquierda-derecha, pobres-ricos, los malos vs los buenos. 

Esta revolución se ha estado anticipando por capítulos a la escala planetaria desde la crisis subprime de 2008, y se encuadra en el malestar global contra ese orden mundial establecido tras la caída de la URSS en 1991. Un orden articulado en la globalización financiera, conservadurismo político y económico, liberalización de mercados y sobre todo, una transferencia masiva de valor desde las bases de las sociedades hacia las cúpulas. El malestar de una mayoría inmensa (el 99%) y una minoría que controla el tejido político-económico (el 1%). Un Sistema-Mundo que especializó a todos, a nivel global, en proveedores de materias primas, productores de bienes, consumidores de alto ingreso, consumidores de bajo ingreso, y en la cúspide, los gestores de servicios financieros. Dicho orden venía construyéndose desde la era Reagan-Thatcher, con el experimento neoliberal en Chile como gran test; pero vino a consumarse en su totalidad en los 1990s de la mano de Bill Clinton, la China de Deng Xiao-Ping, el FMI y la OMC... Con la consabida destrucción de las industrias nacionales en el primer mundo y la consumación en extremis del Consenso de Washington en América Latina, África y Asia. 



La burbuja de las empresas Punto Com, los escándalos contables tipo Enron daban señales de que "algo andaba mal" allá en el 2001, en el 10mo aniversario del fin de la Guerra Fría. Bush y su guerra global también anticipaban que los dólares fáciles de los 90s no volverían. Crisis financiera global en 2008, guerras por doquier, crisis de refugiados, crisis climática, debilitamiento de las democracias occidentales, ascenso del populismo y cambio del eje global hacia China.

Volviendo a Chile, el estallido se anticipó y daba señales de resquebrajo desde 2006 con la Revolución Pingüina, y el Movimiento Social de 2011. La institucionalidad no procesó el malestar, simplemente, se parapetó en lo vigente y justificó su accionar en el supuesto "éxito" del "Modelo Chileno" instaurado post-dictadura, en el cual participaron todos los actores políticos, sin distinción ideológica.

Estamos en un momento histórico, vamos por algunos puntos a tener en cuenta.

La caída de las caretas: Los de arriba contra los de abajo

Un punto esencial a comprender es el fin del eje izquierda-derecha que dominó el siglo XX. A escala global se explica en la precarización de la clase media en los países desarrollados (Los países "Centrales") y la extrema concentración de la riqueza y poder en pocas manos, el sometimiento de regiones enteras vía FMI o Banco Mundial y la especialización a nivel global: una sola elite y una sola clase productora, difuminada por todo el mundo.

En Chile hemos seguido un patrón similar, anticipando en los 70s todos los procesos que después se aplicaron en los países centrales: desindustrialización, privatización y concentración del poder económico, traducido en una colecta masiva del crecimiento económico.

En un mundo tan vertical, dificilmente puede sostenerse la supuesta polarización izquierda-derecha, al final, lo que queda es una sociedad con dos clases sin movilidad: los de arriba y los de abajo.

El estallido nos ha mostrado que todo el espectro político defiende el sector mas cercano a sus intereses, dejando a la mayoría en la completa orfandad, sin conducción. La gran obra de teatro de los 90s "La Concertación contra la Derecha" se hunde bajo la mas realista expresión de "Los administradores" y "los propietarios". Simplemente, los políticos progesistas PS-PPD-DC-PR eran meros capataces de este gran fundo llamado Chile, mientras los patrones UDI-RN, escondidos en la casona, les pedían cuentas y contaban los billetes. Los peones, en sus chozas, brindabamos con vino malo la supuesta libertad que nuestros líderes nos habían legado, creíamos vivir una utopía socialdemócrata nórdica mientras sacábamos la bosta de caballo de nuestra cabaña.

El fin del "Enemigo Interno" y la conspiración "externa"

Después de un año del estallido, la Fiscalía nos ha corroborado lo que todos ya sabíamos: Nunca hubo un regimiento chavista de 600 agentes secretos, no hay conspiración externa, el incendio del Metro empezó en lugares de acceso restringido, el incendio comezó con acelerantes que no venden al público, y finalmente, los informes presentados por la Dirección de Inteligencia del Ejército era "puro humo". No había un ataque inminente de guerrilleros del Foro de Sao Paulo la noche del 18-O, ni invasión Castro-Narco-Chavista, ni mucho menos un nuevo Plan Z 2.0. Solo humo en mentes afiebradas.

Para que recordar todos los casos de montajes preparados por el gobierno para hacernos creer la existencia de un grupo armado organiado listo para iniciar una suerte de guerrilla en la Araucanía los últimos 20 años, sin pruebas, sin nombres, sin líderes, vinculados desde las FARC hasta Cuba, Chávez y los Annunaki. Ni hablar de los videos supuestamente "liberados" por un supuesto FPMR reloaded hablando con un marcado acento policial.

La guerra fría termino hace décadas, nuestra inteligencia policial y militar funciona bajo esquemas añejos, y lo que es peor, son incapaces de presentar un informe coherente. Insistir bajo la misma doctrina se ha transformado una obsesión enfermiza de mentes jaladas como la de Alberto Espina.

La descriminalización de la protesta y las demandas sociales pasará por una profunda reforma a las policías, las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y el Código Penal.

El poder está fuera del sistema

Chile se desbordó. Es el mismo proceso físico que ocurre al intentar crear una represa sin salidas ni escotillas para liberar la presión y el peso a niveles seguros. El diseño de Guzmán partía de la base idealista que mediante leyes y doctrina podría contenerse ad eternum la evidente realidad que una minoría no puede dominar a una mayoría sin hacer concesiones. El entramado Constitución-Sistema Electoral, por muy bien pensado que estuviese, no era viable al largo plazo. Y peor aún, solo funcionaba si se mantenía la ilusión de que "El pueblo" gobernaba y equilibraba el poder económico mediante representantes que defendiesen sus intereses. Simplemente, la Concertación 1990-2010 se acomodó al sistema y ralentizó cualquier atisbo de reformas bajo una pantalla de "país serio", "país frío", "éxito económico" y "eso es de países tropicales". Todo refundado con datos del FMI, BM, y la OCDE mostrando que nuestros niveles de corrupción eran similares a un país "desarrollado".


Debajo de la alfombra se acumuló y ocultó la desilución, la depresión, el consumo de alprazolam, el estrés crónico, largas jornadas de trabajo, bajos salarios, empleos precarizados, el endeudamiento extremo, sin que la clase política-empresarial tomase nota. Cada esbozo de reformismo, demostración de malestar fueron reprimidas por el aparato institucional, cuando no acalladas, sin que se diesen cuenta que en paralelo al "Chile ganador" otro país menos luminoso crecía.

El juego democrático, por malo que fuese, tiene una característica: la rotación del poder, debido al desgaste del tiempo. En 2010, bajo Piñera I, se invirtieron los roles, y los capataces quedaron en la oposición, y los patrones administrando el fundo. Justamente lo que Guzmán nunca pensó que podría ocurrir. La represa empezó a mostrar sus fisuras. Bachelet II llegó al rescate. Pero su programa reformista, concebido para salvar el modelo, fue interpretado como una afrenta por la oligarquía. Su gobierno fue arruinado y llegamos a Piñera II. Una burla y un desprecio hacia el ciudadano de a pie desde el comienzo.

Y finalmente ocurrió lo que debía ocurrir: Todo explotó. "No lo vimos venir" era la única autocrítica de nuestra élite, que veía como el entramado político monolítico se hacía añicos y el poder se trasladaba a la calle. Sin dirección, en estado puro, la violencia, la rabia y la frustración incendiaron el país como un reguero de pólvora, ante un gobierno impávido que solo atinaba a intentar reprimir con la violencia del Estado una situación imposible.

La presidencia ha perdido su rol de símbolo del Estado. Solo le queda la fuerza como herramienta. El Congreso no tiene credibilidad. La Justicia es percibida como una máquina de replicar las diferencias. Igualdad ante la ley a dos velocidades.

El Sistema se quedó sin energía. El poder está en la calle. Y está fuera del control de las élites.

Siglo XX vs siglo XXI

En historia se habla del "largo" siglo XIX y el "corto" siglo XX. El primero empieza en 1789 con la Revolución Francesa y termina en 1914 con la Gran Guerra. un siglo que ve el fin de la monarquía y la nobleza como espacio de poder y su reemplazo por la gran burguesía que maneja la revolución industrial. La tierra como fuente de poder da paso a la máquina y la tecnología. Grandes imperios industriales salen a la conquista del mundo y se enfrentan en frentes económicos, políticos y militares bajo el mismo ideario: El capitalismo industrial.

El segundo, el corto siglo XX empieza con la Gran Guerra y la Revolución Rusa. Los imperios se hacen añicos y el conflicto por las materias primas y la industria se traslada al campo ideológico: Liberalismo y Capitalismo contra Socialismo y Estatismo. Auge y caída del fascismo, desintegración de los viejos imperios y la dualidad de dos Superpotencias: La URSS y los EEUU.

Ese fue el siglo XX. Un mundo de conflicto ideológico, conflicto de ideas, expresadas en las urnas en los países centrales, y en guerras, guerrillas o golpes de estado en el tercer mundo. El eje derecha-izquierda, los partidos políticos como espacio de debate y lucha del poder, la sociedad organizada como contraparte. La socialdemocracia como "tercera vía" de compromiso.

Pero la URSS se desintegra en 1991. el corto siglo XX se acaba. Un mundo unipolar se avecina. Fin de la historia. Compromiso de Washington. El mundo será capitalista, neoliberal y global. Las sociedades pierden su valor y es el individuo el único espacio. Comienza el siglo XXI.

Pero algo ha salido mal. Crisis financiera, escándalos contables, China vuelve al espacio mundial, la guerra al terrorismo... es como si en su concepción, el Nuevo Orden lleva la semilla del desplome. Las mismas fuerzas que los han creado, ahora salen de control. Nuevas tecnologías de comunicación crean un nuevo espacio de disputa, que es ocupado inmediatamente por los ciudadanos molestos de todo el mundo. La información no puede se controlada, y fluye sin control de un punto al otro del planeta. Los ciudadanos descubren que la verticalidad ha perdido sentido, y se puede impugnar a las élites directamente y sin intermediarios.

Momento Constituyente

Tras la explosión del 18-O y la energía sin control que sale de "la caja", de forma espontánea, surgen cabildos autoconvocados por todo el país. Los ciudadanos, por primera vez en décadas, se juntan, se conocen, comparten puntos de vista e ideas. El pueblo, de forma autónoma, reclama su derecho soberano a elegir su destino. Mientras Presidencia y Congreso miran impávidos e impotentes el derrumbe de su poder, los alcaldes, mas cercanos la gente, plantean de forma firme el cuasi-consenso de la población: Se debe cambiar la constitución como primer paso, un nuevo marco con nuevas reglas en las que la gente pueda participar. Ante el horror de la clase política-empresarial, los alcaldes deciden convocar un plebiscito, con o sin acuerdo del Servicio electoral, que se considerará vinculante.


Desesperados, en medio del caos general, saqueos, ataques a retenes policiales y militares, los congresistas se reúnen la noche del 15 de noviembre de 2019 para ofrecer al país una salida institucional: un plebiscito. Con trampas y letra chica, pero los alcaldes y la población, al parecer, están de acuerdo.

Comienza la campaña del terror, los bots desbocados transmiten los mas horribles destinos para un país bajo ataque "comunista", un mundo apocalíptico en contraposición del "paraíso" anterior. Una supuesta "mayoría silenciosa" que está a favor de mantener el orden establecido. Aplazado por la pandemia, finalmente, el 25 de octubre de 2020, el pueblo de Chile se pronuncia: 78% quiere una nueva constitución. Y casi el 80% pide la Convención Constituyente: Los políticos no deben participar en la redacción de la nueva Carta Magna.

Estamos en un momento constituyente. El soberano se ha expresado. Y el único soberano es la ciudadanía.

La cultura pop al poder



Como parte de este nuevo siglo XXI, construido sobre la interacción, las redes sociales y la cultura de masas, en medio de las protestas aparecen una serie de personajes pintorescos que señalan la evolución del nuevo Chile: La tía Pikachu, El Dinosaurio, Sensual y Estúpido Spiderman, Pare-man, y tantos otros que con alegría han mostrado el lado festivo del proceso. El pueblo busca alegría, expresarse por medio de intervenciones artísticas, como Las Tesis, pero que en el fondo, traen un mensaje muy profundo que se expresa por medios no tradicionales. Es la explosión de todos los movimientos sociales y populares que se han estado gestando al margen de los medios tradicionales, con discursos reinvindicativos como el feminismo (fuerza de cambio que llegó para quedarse), impugnación del orden patriarcal, el medioambiente, las minorías, los derechos sociales, recuperación de los recursos, y un largo pliego de peticiones no escuchadas por mas de treinta años. El orden tradicional, por décadas, creyó que con el control editorial de los medios de masas controlaba a la masa, pero no entendió -- en su lógica siglo XX -- que a partir de 2011 o antes, la sociedad de forma paralela ha comenzado a construir otro entramado, sin rendición de cuentas y basado en el colectivo y la colaboración, sin necesidad de grandes financiamientos y gruesos salarios, basado simplemente en el interés de algo mejor o la reunión colectiva de un interés común.

El poder salió la caja, y la represa construida para controlar la energía se ha derrumbado.

Los bots no votan, solo instalan agendas en el imaginario

El orden descubrió de todos modos una manera de sobrerrepresentarse en redes, y es el fenómeno de los bots y cuentas falsas. Utilizando los medios alternativos se hacen "ataques" masivos instalando agendas, de forma indirecta y sutil, hechando mano a los miedos y temores mas profundos de las sociedades para lograr convencer y encauzar a la masa hacia el orden deseado. Ha demostrado ser efectivo en el corto plazo, sobre todo en procesos eleccionarios (como la victoria de Piñera II el 2017 o Trump el 2016) que por definición son objetivos cortoplacistas. Pero, para procesos de largo plazo, han demostrado sus límites. Fueron efectivos en instaurar dos discursos, basados en temores diferentes, a dos segmentos diferentes: para los jóvenes, el pesimismo de "nada va a cambiar" y "no votar". Para los viejos, el temor a "Chilezuela" y el comunismo narco-chavista. Funcionó, ya que con el 25% del padrón Piñera ganó, dada la abstención del 52%. Un bravo rotundo! Pero no fue suficiente para sostener un gobierno que rápidamente se hundió en sus propias contradicciones, y su ceguera de leer los tiempos. No daban para más. Y en la previa al plebiscito, su falta de efectividad fue patente. Detrás de un perfil real hay un ciudadano, detrás de un bot (o mil de ellos) hay un empleado pagado o un algoritmo. Los bots no sienten, no reflexionan, y lo mas importante, no votan, no participan en un movimiento y no marchan.

Hacia la reconstrucción del Tejido Social

Bajo las sombras, y de forma patente desde 2011, ha comenzado un movimiento acéfalo y espontáneo de reencuentro del otro. La necesidad de organizarse se ha unido a la posibilidad ilimitada que la tecnología del siglo XXI nos ofrece, otorgándonos un espacio virtual global desde el cual conversar, planificar e intercambiar ideas. El 2006 se anticipó con los mensajes de texto que usaban los secundarios, pero se masificó con la aparición de la redes sociales, las reuniones en línea y el sentido de instantaneidad.

Una sociedad organizada ha demostrado a través de la historia ser el mejor contrapeso al poder, y ha sido el objetivo a destruir primordial del orden neoliberal global desde los 1970s. El hiper individualismo funcionó hasta que llegó la crisis, y nos enfrentamos al dilema de que dimensión del ser humano es mas importante: el ente social o el individuo. La respuesta es que ambos son relevantes, y uno no aplasta al otro.

Una sociedad organizada es capaz de instaurar temas, es capaz de imponer debates, detener proyectos contrarios al bien común (Hidro-Aysén), es capaz de impugnar a los poderosos. Los chilenos han descubierto que de forma individual no se puede enfrentar a un grupo económico, a un parlamento o a un gobierno. Pero organizados, se puede equilibrar el poder.

Organizar la sociedad no significa ir hacia una revolución marxista, como lo plantean ciertos ideólogos trasnochados, es simplemente, desarrollar la segunda mitad de lo que es un ser humano, y la forma de organización que nos permitió sobrevivir a glaciaciones y desarrollar la civilización. El grupo integra y da la sensación de protección, no estamos solos. Somos individuales, tenemos una forma particular de ver el mundo, pero ello debe expresarse en un espacio con "el otro". Conocer al vecino hace que dejemos de tenerle miedo, se genera empatía y nos permite aprender y enseñar, base del desarrollo humano desde los orígenes.

La violencia sistémica como síntoma del malestar

Hablemos un poco de la violencia. Todos dicen condenarla, y finalmente caemos al vacío al tratar de responder la pregunta que viene después: Qué violencia debemos condenar? La violencia bruta de los saqueos? La violencia policial? La violencia institucional? El lema patrio "por la razón o la fuerza? La violencia de género? La violencia intrafamiliar? La violencia hacia los niños? El abandono del Sename es violencia, acaso? Los bajos salarios? Las jornadas de trabajo infinitas? Una clase empresarial sorda que se beneficia del dolor y el saqueo legal?

De dónde viene la violencia? Como surge? Que violencia es respuesta a otra violencia?

Algunos dicen que el origen de la violencia viene del instinto mas básico de cada ser vivo: La supervivencia. Luego, si aseguramos la supervivencia de todos, no habría necesidad de ella. Y como lo aseguramos? Busquemos la respuesta entonces.

Los teóricos de la política hablan del "Monopolio de la violencia". Esto es, todos renunciamos a ella como medio legítimo y la entregamos a un ente, como el Estado, para que la use, pero es una concesión con condiciones: el Estado debe asegurarse que haya paz y el uso debe encauzarse a ello, no a defender al orden por el orden. El orden tiene un sentido, no es un fin en si mismo. Algunos hablan del "Contrato social". Y como lo puede hacer. Y que ocurre cuando el Contrato Social deja de beneficiar a los ciudadanos. Otra pregunta que debemos responder.

Palabras al Movimiento Federalista

Estamos en un momento histórico. Es un momento que no llega todos los días y debemos aprovecharlo. Tenemos la oportunidad de hacer un cambio por Chile, y quizás, entregar algo al mundo. Probablemente, no lograremos todo, pero debemos pensar en grande, en algo que podremos proyectar al futuro. Mientras mas alto miremos, mas alto podemos llegar. Con racionalidad, inteligencia, pero con convicción. Chile será un país federal, tendremos un régimen parlamentario y los ciudadanos podrán participar activamente desde la base en la resolución de sus problemas ya sea en plebiscitos locales o nacionales, planteando leyes, estableciendo temas, dando luces de que es lo que necesitamos, o simplemente, siendo escuchados. 

En fin, algo que llamamos Democracia Directa.  



domingo, 18 de marzo de 2012

Republica Federal de Chile: parte 1.2

1.2.Decisiones para Chile o para la capital

Obviamente, las viscisitudes historicas que han dado lugar a este largo y angosto pais, de 4.000 kilometros de largo llamado Chile, ha sido posible con la incorporacion de territorios, climas, vegetaciones, pueblos, en fin, realidades distintas, complejas y variadas respecto al “ideal” homogeneo de la zona central. Lo razonable hubisese sido, para mayor éxito en la incorporacion de territorios, una administracion en funcion de las necesidades de dichos territorios. Pero la verdad es, que la concepcion misma de dicha incorporacion, desde el comienzo, tenia como objeto satisfacer las necesidades de la capital. La guerra del pacifico, la “pacificacion” de la Araucania, la incorporacion de Magallanes, solamente respondieron a objetivos trazados desde Santiago. Los flujos economicos que saliesen de estas nuevas adquisiciones irian a parar directamente a las arcas fisacales asentadas en la capital, y recien ahi, se haria alguna “distribucion” al resto del territorio.

De esta forma, las riquezas del salitre, por ejemplo, terminaron en su totalidad llegando a mercados en Europa o Estados Unidos, y los flujos financieros, en los bolsillos de los empresarios que explotaban dichas riquezas, que hay que recordar, eran en su mayoria capitales extranjeros, principalmente britanicos. La elite gobernante, desde Santiago, solamente recibia un pequeño gravamen, que, dado los grandes volumenes de produccion, era aparentemente alto, pero que requeria una alta demanda exterior. Esta miopia de la clase gobernante seria la que transformaria a Chile en un pais rentista a comienzos del siglo XX, y atrasado en el desarrollo de su sistema economico, y explicaria la grave crisis economica, politica y social que caeria sobre el pais al terminar la Primera Guerra Mundial, ante la caida abrupta de la demanda del salitre frente al salitre sintetico, mas barato, y producido en los mismos centros de consumo europeos.

Los gobiernos santiaguinos de la epoca, nada hicieron para reinvertir esas riquezas en las mismas regiones donde se explotaban. La caida del salitre trajo como consecuencia un inevitable “efecto boomerang” contra la capital, con miles de obreros emigrando hacia la zona central, sin empleo, sin dinero. La crisis del salitre despoblo el norte y lo sumio en una grave crisis que solamente se superaria con el inicio de la gran mineria del cobre, treinta años despues. Nuevamente, una politica rentista sin reinversion en la zona de explotacion, situacion que se mantiene hasta hoy.

Otro ejemplo es la incorporacion forzada de los territorios mapuche al sur del Biobio, que comienza con la colonizacion alemana de la region de Los Lagos y finaliza con la guerra sucia llevada a cabo por el ejercito en contra de la resistencia mapuche. En ningun momento hubo alguna intencion de absorber o incorporar a la poblacion local, simplemente, desplazarla por la fuerza y reemplazarla por inmigrantes “mas productivos”, obviamente, desde la optica centralista de Santiago. La Araucania se transformaria en “el granero de Chile”, lo cual, finalmente, significa simplemente “el granero de Santiago”, destino final de la produccion agricola de la zona. No hay porque extrañarse por el sitial que tienen los grandes latifundistas de la zona mapuche en la politica Santiaguina del siglo XXI.

Republica Federal de Chile: parte 1.1

1.1.Un territorio homogéneo: El ideal de Santiago

Curiosamente, Pedro de Valdivia nunca quiso quedarse en Santiago. Su objetivo siempre fue el sur. La conquista del estrecho de Magallanes. No sabía la enorme distancia que mediaba entre su sueño, y el famoso estrecho. Llegó hasta la Región de los Lagos, y planeó y fundó la que sería su capital: Imperial, actual Carahue, en plena Araucanía. Todos conocemos el resto. Derrotados, las huestes españolas huyeron al norte y se aprontaron a defenderse con uñas y dientes de Lautaro y sus huestes. Pero el destino dijo otra cosa y finalmente, la Frontrera se equilibró en el Río Biobío. Y Concepción, como residencia del Capitán General en guerra, se transformo en la capital de facto, mientras la Real Audiencia, por seguridad, se quedaba en Santiago, la capital oficial.

Llega la independencia y estalla el choque entre Santiago y Concepción. Pero un país sin vías de comunicación, pobre, agrícola, necesita un centro de poder fuerte. Y a partir de entonces, la historia de Chile, es la historia de Santiago.

Detengámonos aquí. Al momento de la independencia, si bien existía una cierta diferenciación regional, las jóvenes repúblicas distaban mucho de tener una conciencia nacional clara. Ni siquiera las fronteras estaban definidas. Como Imperio Español, todo era de España, asi que los límites pasaban a ser un problema como tantos entre Virreyes y Gobernadores. Además que las fronteras naturales y las distancias, hacían el resto.

El sueño de Bolívar de una gran nación americana se esfumó en medio de conflictos de interés de cada naciente cúpula de poder local. Y finalmente, cada grupo de criollos, tal cual como patrón en su fundo, formó cada nación a su entero beneficio. Como ni siquiera habían nombres claros para cada territorio, se inventaron algunos de acuerdo al gusto y el patriotismo de cada cual. Nueva Granada se separa en tres. “Ecuador”, porque estaba justo sobre dicho paralelo 0º, “Colombia”, en honor al descubridor del continente, “Venezuela” o Venecia Chica, parecía ser la única con al menos un nombre distintivo. Y el Virreinato de Buenos Aires: “Bolivia” en honor al gran prócer, “Paraguay” por el río, “Uruguay” por otro río, “Provincias Unidas del Plata”, el resto… Nombres muy claros en definir cada futura “nación” independiente.

Pareciera que solamente Perú y Chile eran los únicos territorios con, “al menos”, un nombre representativo.

Pero ¿Qué era Chile en 1818? Un pequeño territorio que empezaría en el río Copiapó al norte, y terminaba en el Biobío, al sur. Más allá, el territorio de los mapuches, el enclave de Valdivia, administrado directamente desde Lima, y Chiloé, también desde Lima (supuestamente).

Había solamente cuatro ciudades importantes: La Serena, Valparaíso, Santiago y Concepción. El resto, haciendas, latifundios y terrenos subexplotados y con poca población. Con mayor o menor grado, la población étnica era la misma, o sea, criollos, mestizos, negros, un idioma común, y solamente dos regiones climáticas: El norte, árido, y el centro, templado y mediterráneo. Un estado centralista parecía ser la primera opción, ya que el territorio no era tan grande, unos 180.000 km2, de cuales cuales, casi toda la población se encontraba entre el Elqui y el Bíobío.

Pero el nuevo país estaba lejos de ser algo homogéneo. Éramos por mucho, el país mas remoto y atrasado del viejo Imperio. Un país agrícola, disgregado, con marcadas diferencias sociales y económicas. En resumen, un país muy pobre, económica y culturalmente. Buenos Aires, Bogotá, Caracas, y por sobre todo, Lima, eran ciudades del mundo, grandes y con una élite que nada podía envidiarle a otras capitales europeas. Santiago era de adobe, de barro, de cañas, al igual que el resto, con la diferencia que en Santiago vivían las familias de los libertadores, y las mas importantes familias del país, cercanas a la Real Audiencia y el poder. Y además, una elite con ambiciones: conquista de la Frontera, y expansión a Valdivia y Chiloé, y porque no, hasta Magallanes.

Pero esto solo podría materializarse con una nación cohesionada. Y así, surge el mito de la homogeneidad del chileno. No importa donde vivas, tus raíces son, y siempre estarán, en la zona central. El huaso, la cueca, el vino tinto y la empanada. Y que mejor ejemplo y centro de la chilenidad, que la capital, resumen de todo lo que es Chile.

Puede haber sido verdad hace doscientos años. Pero las cosas cambian. Y mucho.

Para empezar, Chile necesitaba metales para desarrollar alguna industria. Y ahí aparece Claudio Gay, Ignacio Domeyko y otros a explorar las riquezas del norte. Un norte árido, desértico, sin huasos ni chacras, habitado por pueblos indígenas que habían logrado sobrevivir a 300 años de exclusión, explotacion y abusos.

Paralelamente, la conquista de Valdivia y Chiloé, la reducción de los huilliches, y al colonización alemana y austríaca en el sur.

Y tambien llegamos a Magallanes. Se cumple el anhelo de Valdivia, y llegan colonizadores croatas, rumanos, húngaros… que acaban rápidamente con onas, patagones, tehuelches y cualquier aborigen que osara pasarles por delante (de sus fusiles).

Luego, la Guerra del Pacífico, con lo que la frontera norte se expande hasta Arica, incorporando nuevos pueblos, culturas y realidades.

Y finalmente, otro doloroso capítulo aun no resuelto: la “Pacificación” de la Araucanía.

En menos de cien años, Chile es el país mas largo del mundo, 4.000 kilómetros continuados que abarcan casi todas las zonas climáticas y topográficas que se pueden encontrar en el planeta. La copia felíz del Edén.

El territorio ha cambiado. La gente ha cambiado. Han llegado nuevos habitantes, otros han sido integrados a la fuerza. Pero dos cosas siguen iguales: el mito de la homogeneidad, y la centralización política en Santiago.