miércoles, 12 de mayo de 2010

Dos meses después


Crónica de como olvidar e ignorar el sufrimiento humano.

La mañana es fría y húmeda. Mientras camino entre los espacios vacíos,
me es díficil distinguir, a ratos, lo que alguna vez fué la calle, y alguna vez
un hogar o un comercio. Han pasado dos meses, y por nuestra propia
naturaleza humana, cada uno a su manera, intenta dejar atrás el recuerdo
de aquella noche. De la misma manera en que nos encontró en aquel momento:
Con incertidumbre. Mientras la tierra rugía y el mar bramaba,
la mente se nubla en un torbellino de sensaciones y sentimientos.
Miedo, angustia, confusión. Y la forma de enfrentarlo también es dispar.
Con calma, desesperación o locura. Hoy es lo mismo. La tierra nos
da un respiro, y cada uno con los medios que tiene, vislumbra el
futuro de la misma manera que antes del terremoto. Porque nadie
sabe que viene mas allá del horizonte. Nadie sabe lo que les espera
a la vuelta de la esquina.
Pero algunas cosas serán como siempre. Los funcionarios se volverán
a corromper, el perezoso volverá a su rutina de no-acción,
y quines llevan adelante la marcha de la sociedad, los que realmente
la llevan a sus espaldas, continuarán en su silenciosa tarea.
La televisión se olvidó. La radio se olvidó. La prensa se olvidó. Las autoridades se olvidaron.
Y si hay algo de lo que tengo certeza, es que para la próxima, nos volverá
a tomar por sorpresa.
La esencia de la vida no ha cambiado.
Mientras tanto, mientras observo las retroexcavadoras revolviendo los escombros, entre el polvo y el mal olor, trato de imaginar como aportar mi grano de arena.